Javier Mur sobre el #ProyectoGuillén: «Son muchos los momentos por los que mereció la pena hacerlo»

JavierMurfotoJavier Mur es profesor de Educación Primaria. Durante el curso 2014-2015, Guillén, uno de sus alumnos del Colegio Minte de Monzón (Huesca), se tuvo que someter a un tratamiento de quimioterapia que le impidió incorporarse a clase. Entonces Javier ideó un plan para que Guillén no perdiera aquél curso y para ello contó con la colaboración de los demás alumnos. El proyecto fue reconocido en los XXXI Premios Francisco Giner de los Ríos, concedido por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Hablamos con Javier para que nos cuente más sobre el “Proyecto Guillén”.

¿Qué fue lo primero que se te pasó por la cabeza cuando te dijeron que Guillén no podría ir a clase aquél curso por culpa de un cáncer?
Pensé que no podía no hacer nada. Tenía que articular la forma de conseguir que Guillén se sintiese arropado por el centro y que tuviese un contacto continuo con sus compañeros.

¿Cómo se gestó el que luego se conocería como “Proyecto Guillén’?
Una vez tuve el beneplácito de las familias y del claustro hablé con el grupo y planteé que ellos tenían que ser responsables de conseguir que su compañero se sintiese en el aula y de que no perdiese el hilo de lo que pasaba en clase.

Busqué pero no pude encontrar experiencias que implicasen al grupo entero en esta labor. Obviamente, podíamos enviarle cartas de apoyo y mandarle ánimos, pero eso al final no dejaría de ser un elemento más que pondría de manifiesto que Guillén estaba mal. Tenía que ser algo que no nos recordase a todos lo difícil de la situación y pensé que ese algo podían ser los contenidos de clase.

A partir de ahí, fueron los alumnos quienes le pusieron nombre al proyecto y poco a poco fue evolucionando y aprendimos de nosotros mismos para mejorarlo día a día.

¿Cuál fue la reacción de los compañeros de clase?
Se mostraron muy entusiasmados con la propuesta y empezaron a trabajar muy en serio, tanto en los momentos destinados al proyecto como en el resto de las clases, ya que tenían que ir seleccionando aquello que consideraban más relevante para transmitírselo a Guillén. Pasamos de una situación triste y difícil a una situación motivante.

¿Cómo recibió Guillén la ayuda de sus compañeros?
Para él también era motivante. En una situación así, ver que tus compañeros están todas la semanas pendientes de ti y te dedican tiempo para que no desconectes del aula es fundamental. También era divertido cuando nos juntábamos porque además de repasar contenidos le ponía las tomas falsas y se lo pasaba en grande.

¿Qué recursos utilizabais? (vídeos, blog, visitas…)
Inicialmente eran posters en cartulinas, luego comenzamos con vídeos y ejercicios en papel que le preparaban sus compañeros para que él resolviese. Esto lo subíamos todo al blog de clase, que ya utilizábamos anteriormente, y simplemente a las entradas del proyecto le añadimos la etiqueta de #ProyectoGuillén. Además, cuando era posible salíamos al parque a estar con él y dar clase.

¿Contasteis con la participación de otros profesores?
Sí, en especial de Verónica, la profesora de atención domiciliaria que en todo momento se mostró muy implicada con Guillén y que fue con quien más interactuó ese año.

Aparte de ella, los demás profesores colaboraban en el seguimiento del proceso de aprendizaje y tengo que destacar la gran predisposición y libertad con la que pudimos llevar a cabo el proyecto: cuando comenzaron a elaborar obras de teatro estábamos por todas partes grabando y ocupando a nuestro antojo las zonas comunes y nadie dijo nunca nada pese al despliegue que teníamos.

¿Aprobó Guillén aquél curso?
Sí, aunque desde el primer momento teníamos claro que ese objetivo era secundario y que lo que nos importaba era que volviese al aula recuperado.

¿Cuál es la valoración final de la experiencia? ¿La recomiendas a otros profesores que se encuentren con casos similares?
Totalmente. El proyecto vale la pena desde el momento en el que ves todo lo positivo que se genera en una situación tan complicada: la cara de ilusión de Guillén viendo los vídeos de sus compañeros, la de sus padres agradecidos por ver cómo intentamos colaborar, la del alumnado motivado por ayudar, por superar una situación difícil y la mejora de su aprendizaje… Son muchos los momentos por los que mereció la pena hacerlo.

Las horas dedicadas y el cansancio son lo de menos, pienso que estamos tratando con personas (aunque hay quienes a veces se olvidan), y yo no concibo la educación de otra forma. Era una situación excepcional y tuvimos una reacción acorde a ella.

Siempre digo que ojalá nunca hubiésemos tenido que hacer este proyecto, pero dado que hay situaciones que no podemos cambiar, no podemos mirar para otro lado.

¿Mantienes contacto con Guillén? ¿Cómo está él ahora?
Sí, cada vez que voy a pasar unos días por Monzón (ahora vivo en Pontevedra) intento verle a él y al resto de sus compañeros porque no me olvido de que es el colegio en el que empecé como docente y donde me dejaron libertad total para poder ejercer de profesor como yo consideraba que tenía que hacerlo.