La inteligencia emocional

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Las emociones se definen como una respuesta física del organismo a estímulos, ya sean externos, como internos. Se trata de respuestas neuronales inconscientes y naturales.
El ser humano es capaz de racionalizar las emociones
gracias a a la corteza cerebral, por lo tanto, es capaz de ser consciente de ellas y de analizarlas. Las emociones forman parte del día a día de cualquier persona, incluso están en la base de la mayoría de las decisiones que tomamos. Por eso la educación emocional se convierte en un elemento necesario desde la infancia. El estado emocional ayuda a dirigir la atención hacia la información importante. Las competencias emocionales son algo que puede adquirirse, entrenarse y desarrollarse, siendo consciente de cada una de las emociones y trabajando cada una de ellas en los contextos en que se produce. Para transmitirlo a los niños es esencial la familia, pero también el trabajo en el aula.

 

Estas son cinco claves esenciales de la educación emocional:

 

No despreciar nunca las emociones.Por mucho que la racionalidad parezca sobreponerse, en la base de las decisiones humanas se halla siempre una emoción, y todas son legítimas.

 

Alimentar las emociones. La curiosidad, estar constantemente recibiendo estímulos y no dejarse vencer por la rutina son buenas guías para lograr ese objetivo.

 

Practicar la empatía.Saber ponerse en la piel de los demás es fundamental para una competencia emocional completa.

 

Aprender a usar las emociones.Sean de la naturaleza que sean, empleándolas a nuestro favor podemos lograr una mayor inteligencia, una mejor predisposición para atajar los problemas, más comprensión hacia los demás y, finalmente, un mayor bienestar.

 

Receta esencial para la prevención. Una persona con buenas competencias emocionales puede evitar mejor las adicciones, mejora su rendimiento académico, tiene mayor autoestima y reduce mucho los niveles de estrés y depresión.

 

¿Trabajas también en la educación emocional?